martes, 11 de marzo de 2008

Guaca millonaria o espeluznante guerra sicológica?

Notas de Juan Cendales
Muchas sospechas están surgiendo en torno a la muerte del dirigente guerrillero Iván Ríos y la recompensa de los cinco mil millones de pesos colombianos, un poco más de dos millones y medio de dólares, que el gobierno colombiano le pagará al guerrillero que supuestamente asesinó a Iván Ríos, le cortó la mano, atravesó con ella montes, ríos, veredas y poblados hasta llegar a una guarnición militar donde fue recibido como “héroe nacional”.

El nuevo héroe de la política de “seguridad democrática” no tiene ahora tiempo en su apretada agenda para atender los llamados de la prensa nacional. Ayer la cadena radial Caracol lo entrevistó durante toda la mañana. El “héroe” se explayó en explicaciones y comentarios sobre su hazaña ante las morbosas preguntas del entusiasmado entrevistador, un viejo y connotado periodista, nada menos que el propio Director de la cadena. Que no se extrañen que mañana algún niño despistado intente algo parecido con algún hermanito o amigo travieso y luego busque los dulces de recompensa por su extraordinaria y muy buena acción.

Muchos analistas están empezando a dudar de las historias del descuartizador. Según él, realizó la hazaña para intentar salvarse del duro cerco militar. Y confirman los militares que sobre Iván Ríos y sus tropas tenían desde hacía varias semanas un apretado cerco militar facilitado por más de 23 interceptaciones a celulares de la guerrilla. Como se puede explicar, entonces, que el descuartizador, (alias Rojas) vestido de guerrillero y con una mano en una caja, haya logrado atravesar tranquilamente cercos, puestos, avanzadas, retaguardias y retenes militares para finalmente llegar hasta un puesto militar ubicado a varios días de camino de donde cometió la acción? Una de las razones que el descuartizador aduce para su hazaña fue que estaban aguantando mucha hambre pues el apretado cerco militar impedía el ingreso de víveres a la guerrillerada.

Se piensa entonces que estamos ante una historia fantástica y teatralmente bien montada a partir de la muerte de Ríos a manos del Ejército. Se sospecha que muerto Ríos en combate se hace el montaje y se fabrica la historia de la traición guerrillera, aprovechando a Rojas que hacía tiempo había sido reclutado por la inteligencia militar, según información de la prensa colombiana. El montaje buscaría dos grandes ganancias. La primera, la repartición de la millonaria recompensa entre los oficiales y soldados que participaron de la acción. Y segundo, utilizar políticamente la historia del acoso, del hambre y de la traición que llevan al asesinato del líder y su desmembramiento para atizar la desmoralización de la guerrilla. Rojas, quien dice en sus entrevistas que Ríos llevaba más de tres semanas incomunicado del secretariado, dice tranquilamente que él maneja y coordina una red de futuros desertores que pronto darán de baja a Alfonso Cano y al Mono Jojoy.

El país debate hoy como un tema central de su acontecer si a Rojas se le debe pagar o no la recompensa. Pero que la paguen o no la paguen no es el problema. Lo profundamente negativo de esta tétrica historia es que el mensaje que se entrega en forma oficial y estatal es que “matar si paga”. Que no se necesita de una paz negociada. Que el fin justifica los medios.

A Iván Ríos le cortaron la mano.

Y al país le están extirpando el corazón, el alma, la nobleza y todo sentimiento.

Y así, se construye y anida el fascismo.

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