jueves, 17 de julio de 2008

CONDENA AL ASESINATO DE GUILLERMO RIVERA



Gloria Inés Ramírez Ríos
Senadora de la República por el PDA


Tal como lo denunciamos oportunamente, el 22 de abril del presente año fue desaparecido en la ciudad de Bogotá el compañero Guillermo Rivera Fúquene, después de haber entregado a su hija en el transporte escolar del colegio.

Según informaciones de prensa, el 28 de abril fue sepultado como NN en una fosa común en Ibagué (Tolima), en donde fue hallado el 15 de julio.

Guillermo Rivera era economista, funcionario de la Contraloría de Bogotá, en donde se desempeñaba, además, como Presidente del sindicato SINSERPUB, y militante del Polo Democrático Alternativo.

Este nuevo crimen contra un dirigente sindical y político de izquierda abre serios interrogantes sobre la actitud de las autoridades civiles y de la fuerza pública, ante las cuales se reclamó insistentemente sin ningún resultado positivo. Los operativos militares y policiales, tan espectaculares y eficaces en otros casos, en esta oportunidad no se hicieron presentes para proteger la vida e integridad de un sindicalista de oposición al régimen.

En medio del triunfalismo guerrerista que invade al país atizado por la propaganda oficial, este hecho atroz nos pone de presente que en Colombia no sólo existe el flagelo del secuestro que, por supuesto, todos repudiamos, sino que también hay permanentes asesinatos de sindicalistas, dirigentes populares y miembros de la oposición política, más de quince mil desapariciones forzadas de las que, a diferencia de la de Guillermo Rivera, nada se sabe, así como cuatro millones de desplazados, atentados, amenazas y otros crímenes contra el movimiento popular que quedan en la más completa impunidad, mientras el gobierno insiste hasta el cansancio en los supuestos avances de su “seguridad democrática”.

Como parlamentaria de izquierda, demando del gobierno garantías para el ejercicio de la actividad sindical y del derecho a la oposición e invito a los trabajadores y al pueblo a movilizarse para exigir que cese la impunidad y haya castigo para los responsables de los crímenes.

En este momento de luto e indignación, les hago llegar a la esposa, a la hija y a todos los familiares de Guillermo, lo mismo que a sus compañeros de militancia sindical y política, mi más cálido abrazo de solidaridad y los invito a mantener firmes los ideales que inspiraron la vida de nuestro compañero sacrificado.


Bogotá, D.C. 17 de julio de 2008

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