Piedad se defiende
Revista Cambio / Miércoles 19 de marzo de 2008
Revista Cambio / Miércoles 19 de marzo de 2008
La senadora liberal Piedad Córdoba pasa por uno de los momentos más difíciles de su carrera política. Su papel como mediadora con las FARC para un acuerdo humanitario, y su alianza con el presidente venezolano Hugo Chávez para ese fin, le han costado mucho. Desde noviembre, según Invamer-Gallup, su imagen negativa se triplicó -pasó de 32% a 69%- y la positiva cayó a la mitad: de 42% a 20%. En varios lugares públicos ha tenido que enfrentar incidentes por el rechazo que ha causado su gestión. Hasta se ha planteado su retiro de la política, o al menos, del Partido Liberal en cuya ala izquierda -que no está ni al mando ni a la moda- ha militado toda su vida.
A Piedad Córdoba, en semejante panorama, no le reconocen nada. Son visibles y muy criticados sus excesos mediáticos, sus declaraciones exageradas, su acceso a las FARC y sus inoportunos aplausos a Chávez. Y en cambio, todo lo anterior eclipsó su éxito en la liberación de seis secuestrados y su pasado de política combativa que ha oxigenado el debate por sus posiciones frenteras, por su origen racial minoritario y por su carácter de mujer.
Después de un largo periodo de cuestionamientos, respondidos con silencio, Piedad Córdoba aceptó hablar con Óscar Montes y Harold Abueta, periodistas de Cambio, sobre su situación, los últimos acontecimientos de las FARC y del acuerdo humanitario, y sobre su relación con Chávez y con Uribe.
Cambio: Nadie sabe a ciencia cierta por qué termina usted metida en el intercambio humanitario y amiga de Hugo Chávez, y facilitadora del gobierno Uribe, al que usted la hecho la más feroz oposición. ¿Cómo es la historia?
Piedad Córdoba: Todo empezó el año pasado, cuando estaba en un foro en Venezuela y me invitaron al programa Aló Presidente. Asistí porque quería que el presidente Chávez escuchara mis propuestas sobre el intercambio humanitario. No había hablado antes con él, sólo le había enviado algunos mensajes pero creo que no me tomaba en serio. Cuando el presidente se percató de mi presencia me invitó a hablar. Ese día le pedí 100 millones para el acueducto de Quibdó, plata que por cierto nunca llegó porque el gobierno colombiano no lo permitió.
¿Qué más pasó?
Ese día vimos por televisión al profesor Moncayo. Cuando empezó a hablar de los secuestrados en Colombia comenzó a llorar. Me dije entonces que tenía que empezar a trabajar en ese sentido. Luego vino la reunión con el presidente Uribe en Palacio y fue allí donde me dijo: “Piedad, usted tiene que comenzar a trabajar por el intercambio humanitario, tiene todo el respaldo del gobierno”. Yo me sorprendí con el ofrecimiento porque, sinceramente, pensaba que no me iba a parar bolas.
¿Por qué surge el nombre de Hugo Chávez? ¿Lo propone el presidente Uribe o usted?
Desde el inicio, el alto comisionado Luis Carlos Restrepo, quien estuvo en la reunión con Uribe, junto a Bernardo Moreno y a Alicia Arango, dijo que en cualquier diálogo debía estar presente el presidente Chávez porque su nombre era bien recibido por las FARC. Yo estuve de acuerdo pero desde un comienzo tenía claro que no podía cruzarme de brazos y depender de lo que hiciera Chávez desde Caracas. Fue cuando me puse en la tarea de contactar a Raúl Reyes.
¿Había hablado alguna vez con Reyes?
Jamás, no lo conocía.
¿Cómo llega hasta él?
Me fue tan bien en mis gestiones, que llegué primero a donde Reyes que el propio ministro Rodríguez Chacín, a quien Chávez había delegado para que buscara los contactos con las FARC. Mi encuentro con Reyes se hizo público y las imágenes las conoció todo el país.
¿El campamento donde se reunió con Reyes es el mismo que fue atacado por el ejército colombiano?
Tengo entendido que no. Creo que era un campamento construido para ese encuentro y estaba en Colombia. Días después me enteré en Caracas de que había sido bombardeado por la Fuerza Aérea pero Reyes ya no estaba ahí.
¿Avanzó en ese encuentro con Reyes con respecto al intercambio y la liberación de los secuestrados?
¿Qué tan comprometido estaba Reyes con esos temas?
¿Cómo se enteró de la muerte de Reyes? ¿Cuál fue su reacción?
Dicen que Reyes era muy terco y que más que un facilitador era un obstáculo...
Ex presidentes y políticos advierten que Raúl Reyes era el talón de Aquiles del proceso. ¿Eso es cierto?
Pero cuesta creer en un Raúl comprometido con la paz después de la experiencia del Caguán...
¿Muerto Reyes, que cree que puede pasar?
Esto va a traer consecuencias. Yo no quiero que el proceso se paralice pero las cosas van a ser distintas.
¿Por qué dice que el gobierno buscó un momento clave para matarlo? ¿Realmente cree que es tan fácil escoger un momento determinado, cuando llevaban años persiguiéndolo sin resultados?
Tengo entendido que la reunión se dio porque Restrepo les comentó que el gobierno los autorizaba a hablar con Reyes para mirar cómo se podía dar la liberación de Íngrid. La liberación de Íngrid ya había empezado a considerarse.
¿Y eso qué tiene que ver con el ataque al campamento?
¿Cree que la muerte de Reyes afecta su interlocución con las FARC?
¿En qué sentido era canciller?
Por sus campamentos pasaba todo el mundo, recibía a académicos y políticos de todas partes. El día que fui iban en la misma chalupa unos europeos.
¿Quiénes eran?
No sé, pero hablaron sobre paz. Contrario a lo que se piensa, hay mucha simpatía por las FARC en otros lugares.
¿Reyes presentía que las autoridades le estaban pisando los talones?
¿Por qué las FARC liberaron a unos secuestrados y no a otros?
¿Por qué es importante para usted la liberación de un estadounidense?
Porque en Estados Unidos se estaban dando condiciones importantes para el acuerdo. Cuando me senté con Iván Márquez y le conté mis avances ellos saltaban de la dicha. Tuve que convencer a gente cercana a Chávez sobre la importancia de liberar a un gringo. Es más, Thomas Shannon -subsecretario de Estado para Asuntos Hemisféricos-, nos decía que Reyes había cambiado mucho y que era más abierto porque en cinco años de querer negociar con las FARC no habían logrado nada. Yo les dije que era porque Chávez estaba metido.
¿Qué cree que viene en el tema de las liberaciones?
Muchos consideran que Íngrid Betancourt es la "joya de la corona" y que podría ser la última liberada. ¿Cree que eso es cierto?
Hablemos de Rodrigo Granda, liberado por Uribe a petición de Sarkozy. ¿Qué papel ha jugado?
Ha sido fundamental. En Caracas era uno de los más activos y uno de los más proclives a la liberación de uno de los gringos. Estábamos tan entusiasmados, que ya hablábamos del tema de una nueva Constituyente (risas).
¿Usted realmente cree en la buena voluntad de las FARC para hacer el acuerdo?
Pero la desconfianza de los colombianos en las FARC tiene que ver con sus mentiras, sus manipulaciones. Por ejemplo, el caso de Emmanuel fue muy grave.
Las FARC asaltaron la buena fe de muchas personas, entre ellas usted y Chávez.
No lo creo así. Todo fue manejado por el gobierno con el único propósito de abortar la liberación. Es lo mismo que pasó con Reyes y con todos los hechos que suceden cuando avanzamos en el tema del intercambio. En el caso de Emmanuel, el guión fue dirigido para abortar la entrega de esas personas. Resulta curioso y grave que cada vez que hay un episodio de liberaciones, hay una respuesta de guerra del gobierno.
Los recientes golpes a las FARC llevaron al general Fredy Padilla, comandante de las Fuerzas Militares, a asegurar que estamos ante el principio del fin de ese grupo. ¿Usted qué piensa?
Yo no podría decir eso. Tienen problemas internos y eso es inocultable, pero no pueden matarlos a todos. Y además no podemos desconocer que hay problemas sociales estructurales en Colombia que son el origen del conflicto.
¿Qué opina sobre el anuncio de Bush que están estudiando la posibilidad de meter a Venezuela en la lista de los países que apoyan el terrorismo?
Es muy grave lo que dice...
Los gringos están tan metidos, que agentes del FBI fueron a donde estaban detenidas las dos niñas que traían las pruebas de supervivencia y les dijeron que si no confesaban dónde estaban los estadounidenses las iban a extraditar. A esos mismos tipos me los encontré en la Corte de Nueva York. Ellos pueden andar en todas partes como les da la gana.
Según las encuestas, no parece que la gente le reconozca sus gestiones para la liberación de secuestrados. Usted aparece como uno de los personajes más impopulares...
Ni siquiera Mancuso tiene mis índices de desfavorabilidad. Cuando uno ve la matriz de los noticieros de televisión como RCN y Caracol, queda la sensación de que uno es el enemigo público. Me dicen "traidora", "aliada de las FARC", me critican porque soy amiga de Chávez. Es un manejo mediático muy fuerte.
¿Cree que está pagando un precio muy alto por ayudar a liberar a los secuestrados?
¿A qué atribuye usted el reciente cambio de actitud del presidente Chávez con el presidente Uribe?
¿Qué tan cierto es que Chávez negoció con las FARC algunas liberaciones a cambio de pedir que les reconocieran el estatus de beligerancia?
Usted dice que hace parte del proyecto bolivariano. Las FARC también. ¿Qué los diferencia?
Mi proyecto no contempla la combinación de todas las formas de lucha.
Algunos creen que usted no ha hecho lo que ha hecho por pura filantropía sino pensando en su futuro político, incluso en una futura candidatura presidencial.
Nada de eso. No tengo esas aspiraciones. Serpa me invitó a recorrer Santander en épocas de campaña pero yo no iba a arriesgar la credibilidad de hacer campañas y al mismo tiempo estar metida en el acuerdo humanitario. Debe estar furioso conmigo. Hice un acuerdo y me la jugué por el proyecto político de Lucho Garzón y él no me dio ni la hora. Yo no me muevo por puestos. No le estoy apostando a una candidatura.
¿Va a retirarse del Congreso?
¿Está acompañada por el liberalismo?
Dicen que actúo a título personal y que eso no compromete al partido. Pero no descalifican mi tarea porque ha dado resultado para la paz .
¿Se arrepiente de algo?
Aquí todo el mundo peló el cobre, todos se escondieron. Una sola mujer se sentó a hablar con personas de las FARC que no conocía. No me arrepiento de nada y no me voy a separar del proceso. He hecho cosas que difícilmente hacen los políticos o los partidos, en los que ya no creo. Me da mucha pena que digan que ochenta y pico de parlamentarios están investigados por parapolítica.
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