jueves, 25 de septiembre de 2008

"¿CUÁL SEGURIDAD DEMOCRÁTICA, SEÑOR PRESIDENTE URIBE?"


Por Nelson Lombana Silva

Euclides Aguirre Cabeza, es un modesto campesino del municipio de Cajamarca, Tolima, que habita la finca El Vergel, vereda La Tigrera, cerca al perímetro urbano. Vive de la agricultura y su acento es "paisa".

Una vez termina la reunión del sindicato de trabajadores agrícolas del Tolima, sintragritol, me llama aparte y pide que lo escuche un momento.

"Hay una banda de ladronzuelos y basuqueros que nos tienen azotado", expresa con indignación. "Las veredas aledañas al perímetro urbano, como La Tigrera, Puerto Hierro, El Tostado, la Esperanza, La Colonia y el mismo corregimiento de Anaime son visitadas constantemente por estos pícaros", agrega.

Lo grave es que los campesinos han presentado la queda ante la inspección de policía, el juez promiscuo municipal, la fiscalía local, la alcaldía, la policía y el ejército, sin que hasta el momento los delincuentes hayan sido detenidos.

"Lo único que nos falta es ir a decirle a Uribe", dice, pero agrega con cierta sorna: "Nos ha faltado ir a decirle al mayor ladrón que tiene el país".

La zozobra en la que vive Euclides es latente y permanente. "Me han quitado más de ocho millones de pesos; primero se llevaron 18 bultos de fríjol seco, luego, una máquina de pelar café, mejor dicho, hasta una miserable caja de fósforos se hurtaron", anota con cierta amargura e impotencia.

"Soy solo y tengo que ir a trabajar a otras fincas, cuando vuelvo no encuentro nada, pero el problema no es únicamente mío", dice y efectivamente, tres campesinos se acercan y certifican que ellos también han sido robados y que el jefe de la banda es apodado "Sartén".

Resulta muy contradictorio, porque mientras Cajamarca es uno de los municipios más vigilados del país, los ladronzuelos y bazuqueros se mueven como pez en el agua sin ningún contratiempo. Por eso Euclides, se pregunta: "¿Cuál seguridad democrática, señor presidente Uribe?"

El 29 de agosto, a las ocho de la noche, este campesino dormía plácidamente después de una ardua jornada, cuando fue sorprendido violentamente por unidades militares y de policía, quienes entraron lo detuvieron y requisaron minuciosamente la casa argumentando que allí había sido detenida una mujer secuestrada. No tuvo tiempo de asustarse por la rapidez con que actuaron los sabuesos, pero sí para hacerse una amplia y cruda reflexión: "De día son los ladrones y de noche los militares, qué tragedia para el pobre campesino colombiano".

De todas maneras, los campesinos son conscientes que los militares no están allí para defender la vida y honra de las personas de bien como reza la constitución nacional, están allí para reprimir al pueblo y de paso cuidar los intereses de la transnacional africana que pretende robarse el oro de la región con la complicidad pusilánime del gobierno nacional y las autoridades departamentales.

"Cómprese una escopeta de fisto y postie a los ladrones", le sugirió el juez, a lo cual Euclides Aguirre Cabeza, contestó: "¿No ve que si le quiebro una pata a un pícaro de esos, ustedes me lo cobran por bueno?".

Pero la inseguridad no es únicamente en Cajamarca, es en todo el departamento y por qué no decir, en todo el país…es la cruda verdad que el campesino asimila fácilmente, porque vive a diario la tragedia de perder sus instrumentos que con tanto sacrificio han conseguido.


Cajamarca, septiembre 24 de 2008


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